miércoles, enero 30, 2008

reloj

1.
Lo peor del invierno es que por la mañana aun es de noche. Ni siquiera al levantar la reja de la tienda, que en el silencio de esas horas parece un choque frontal entre dos camiones, consigue uno despertarse del todo.
La rutina ayuda a sobrevivir hasta el primer café: levantar la reja, abrir la puerta, encender las luces, sentarse tras el mostrador, abrir el periódico, “buenos días Señor Tops”, “creo que no funciona, Señor Tops”, “sí, lo intentaré”, “hasta mañana, Señor Tops”, abrir el termo, sentir el cálido olor negro. Sobre el mostrador, una taza de café, un minúsculo rayo de sol, un periódico, un reloj y un hombre dormido.

2.
Su turno en la fábrica empezaba antes del amanecer. Durante el trayecto a pie desde su casa intentaba mantenerse despierto soñando en el día en que podría quedarse durmiendo en su cama: escondido entre sábanas y almohadas. Sería justo que ahora, en la vejez, pudiese dormir tanto como había soñado, pero ahora no tiene sueño. El sonido de sus pasos es ahora más lento, más solitario. Ya no camina por carreteras polvorientas sino por las húmedas calles de la ciudad, igualmente frías y desangeladas como las de la fábrica donde perdió el sueño. Sus pasos ahora no son una nana, sino un despertador.

3.
Cada mañana, los cansados ojos de la portera se abren exactamente con el ruido seco del portón cerrándose. Mientras el Señor Tops inicia su rutinario paseo, la portera nota la temperatura del invierno en el cuerpo con el contacto entre sus pies y las heladas baldosas verdes del suelo.
Cuando empieza a barrer la portería, suena el despertador. De nuevo ha olvidado apagarlo. En cada baldosa que limpia imagina la cara del Señor Tops. Todavía no ha decidido cómo hacerle pagar los diez minutos de sueño que le roba cada mañana.

4.
Levantar la reja, abrir la puerta, encender las luces, sentarse tras el mostrador, abrir el periódico.
- Buenos días, Señor Tops.
Desde hace 35 años, el Señor Tops entra a las 8.01 en la relojería. Hace exactamente 35 años que su reloj dejó de funcionar. Hace también 35 años que dos generaciones de relojeros intentan convencerle de que es imposible arreglar los engranajes de tan precioso reloj. Desde hace 35 años el Señor Tops insiste.
- Lo siento, temo que hoy tampoco funciona.
- Quizás mañana.
- Quizás. Hasta mañana, Señor Tops.
Abrir el termo, sentir el cálido olor negro. Sobre el mostrador una taza de café, un minúsculo rayo de sol, un periódico, la huella vacía de un reloj, un hombre perplejo.

5.
Un anciano con un reloj en la mano se detiene frente a un bar. Su matrimonio siempre olió a tostadas recién hechas.

6.
Mientras la portera barre, el relojero se pregunta por qué alguien tan preciso y metódico como el Señor Tops necesita un reloj.

7.
La recuerda siempre de espaldas, preparando el desayuno. El delicioso olor de sus tostadas llevaba de cabeza al repartidor del periódico, al de la leche y por supuesto, a él. Era el único momento del día en que podían estar juntos. Cuando llegaba del trabajo, ella dormía, así que poco a poco el desayuno se convirtió en el momento más romántico del día.
- Date prisa o llegarás tarde.
- Tengo tiempo.
- No, no lo tienes. Llegarás tarde.
- Contigo el tiempo deja de existir.
- No digas tonterías, llegarás tarde.
Estaba también de espaldas el día en que encontró su regalo de aniversario escondido entre botes de mermelada y panecillos.

8.
En los bancos del parque se sienta cada mañana, entre las 8.30 y las 9.27, un anciano. Tiene un reloj en la mano. Murmura en silencio. Quienes leen los labios saben que en su boca hay las mismas palabras que lleva en el corazón. “Espero que algún día dejes de necesitarlo y el tiempo deje verdaderamente de existir entre nosotros dos. Con cariño, Lucía”. Mientras su boca recuerda, sus ojos vitriosos observan los colores del amanecer. A las 9.28 vuelve a casa y desayuna. Panecillos con mermelada.

9.
Su mujer murió hace 35 años. Un día antes de que su reloj dejase de funcionar.

10.
Levantar la reja, abrir la puerta, encender la luz, sentarse tras el mostrador, abrir el periódico.
- Buenos días Señor Tops, ¿cómo está hoy su reloj?
- Cansado, muy cansado. Quisiera que funcionase ya.
- Y… ¿no sería más fácil comprar uno nuevo? Mire, precisamente acabo de recibir algunos digitales que...
- No lo entiende. A mí no me importa el reloj. Me importa el tiempo. Ella se lo llevó.
- …
- Desde que ella no está, las horas no tienen sentido, los minutos no pasan, los segundos están parados. Mientras este reloj funcionó, fui feliz. Sé que cuando vuelva a funcionar será porque volveré a verla. Y esta vez podré olvidarme del maldito tiempo porque no acabará nunca, ¿lo entiendes?
- … Vale, veremos qué puedo hacer. Hasta mañana, Señor Tops.
Abrir el termo, sentir el cálido olor negro. Sobre el mostrador una taza de café, un minúsculo rayo de sol, un periódico, un reloj y un hombre desconcertado.

11.
Hoy el ruido del portón al cerrarse no despierta a la portera. Ha decidido que nadie se dará cuenta de que no ha barrido las heladas baldosas de la portería. Hace demasiado frío incluso para limpiar. Por primera vez en su vida, duerme diez minutos más.

12.
Levantar la reja, abrir la puerta, encender las luces, sentarse tras el mostrador, esperar impacientemente su llegada. Hoy es uno de esos extraños días en que uno se siente orgulloso de su trabajo.
- ¡Buenos días, Señor Tops!
- ¿Y esa sonrisa?
- No se lo creerá, ¡está funcionando! Es un verdadero milagro, durante 35 años hemos sido incapaces de entender cuál era el misterio y, sinceramente, todavía no lo he descubierto, pero no cabe duda de que está func… ¿Señor Tops? ¡Señor Tops!
Abrir el termo, sentir el cálido olor negro. Sobre el mostrador una taza de café, un minúsculo rayo de sol, un periódico, un hombre que sonríe y otro que llora.

13.
Tic, Tac.

martes, enero 29, 2008

greguería nocturna

Las estrellas no tienen quien les haga sombra

miércoles, enero 23, 2008

ya están aquíííí

Ellos están ahí. Calladitos, esperando a que les veas. Es como una partida de escondite a la que no sabes que estás jugando. ¡Menuda paciencia tienen! Pasas miles de veces por delante y ellos aguantan la respiración, no mueven ni un pelo… hasta que un día, ¡zas!. Ahí está. Mirándote. Feliz de que por fin le hayas encontrado.

Y de repente, salen por todas partes. En los lugares más insospechados: enchufes, cajas, fachadas, mandos… descúbrelos y compártelos conmigo. ¡Me encanta hacer nuevos amigos!
¡Bienvenidos a www.rostrosescondidos.com!
(estoy de un feliz...)

martes, enero 22, 2008

el señor cerdo

Estuvo dudando entre convertirse en buey o en mula (tienen muchas más salidas profesionales en belenes) pero no pudo resistirse a ser un cerdo: sonrosadito, feliz, regordete…
pero eso sí, no un cerdo cualquiera sino todo un señor cerdo vestido de veintiún botones.
Ahora sólo tengo que encontrar dónde están los otros 20…

viernes, enero 18, 2008

misterioso benefactor


alguien se olvidó una misteriosa bolsa de plástico roja en el metro.
nadie más, aparte de mí, pareció darse cuenta:
les pilló mirando para otro lado, leyendo la prensa gratuita por encima del hombro del vecino o intentando ver las paredes del túnel del metro.
estaba muerta de curiosidad pero no me atrevía a adueñarme de la bolsa, hasta que una muchedumbre entró en el vagón y un señor me pidió que la apartara para poder sentarse.

qué felicidad, ahora podría ver qué había dentro...
tres botes de noodles de diferentes sabores y un paquetito de galletas de chocolate en forma de koala.
no podía ser más adecuado: ese día estábamos pintando el apartamento entre 3...

si no hubiese visto cielo sobre Berlín pensaría que le fastidié la cena a una familia oriental, pero ahora no puedo evitar pensar que mi ángel de la guarda conoce mejores restaurantes chinos que yo.

domingo, enero 13, 2008

ui

me han salido pájaros en la cabeza :)

sábado, enero 12, 2008

space invaders

hace un par de años me di cuenta de que los píxeles me recordaban al punto de cruz.


me acordé de las clases de pretecnología del colegio y creí entender que se llamaban así porque nos dedicábamos a las manualidades, a coser, bordar, al crochet, a hacer cerámica... a todo lo que no fuese tecnológico.
me pareció tan genial y divertido que decidí hacer una línea de objetos: bolsos, broches... bordando a punto de cruz motivos de juegos de ordenador.

sólo hice este bolsito y guardé la idea en un cajón.



no sé cuántas veces me habrá pasado en la vida, pero ésta va a ser la última.

os lo aseguro.

nunca más voy a dejar una idea genial (o no tan genial, qué más da) para más adelante, dándole tiempo a
alguien más listo y más rápido para que la lleve a cabo...

(mi bolso mola más, ¿a que sí?)

sábado, enero 05, 2008

autorretrato

siempre me sorprende mi propio reflejo en los espejos.
no me reconozco en ninguna fotografía.
y,
en cambio,
me encontré a mí misma en esta baldosa.